domingo, 22 de junio de 2008

nube de t[ags]ractatus

7. "Wovon man nicht sprechen kann, darüber muß man schweigen." "Whereof one cannot speak, thereof one must be silent. " "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse" Tractatus Logico-Philosophicus, Ludwig Wittgenstein

sábado, 7 de junio de 2008

En el laberinto del arte contemporáneo

Después de un mayo revolucionario propongo un junio artístico, así que podemos dedicar algunas entradas de este mes al debate en torno al arte contemporáneo. Para empezar os propongo la lectura de un texto titulado "Museo laberinto" que encontré en la publicación "Mu", un magazine gratuito que no debemos despreciar en estos tiempos de crisis, y que conseguí la pasada semana en la librería del Museo Reina Sofía. El artículo corresponde al Prof. Fernando Rampérez de la Universidad Complutense. Indagando en la red no sólo encontré el texto sino una versión ampliada titulada "Arte o anarquía" en la siguiente dirección de internet http://www.eldorado.org.es/2004/ramperez.htm
(en la imagen "Fountain" de Marcel Duchamp, 1917)
Ahí va un extracto para calentar motores:
"Pero también el arte ya consagrado merece su neutralización, y son otras paredes blanquísimas, las del museo, las que se encargan de efectuarla. La neutralización del museo se produce por sacralización: un cuadro se convierte en hostia consagrada sólo con ser seleccionado y ubicado en ese espacio quirúrgico carente de gérmenes y escandalosamente limpio que es el museo. Cada vez hay más museos, sobre todo de arte contemporáneo; y son todos iguales, como las iglesias, como los ritos; esa similitud permite al espectador orientarse: salas yuxtapuestas, paneles que explican para que nadie entienda, recorridos marcados con sutiles técnicas museográficas... El museo es el columbario de las obras de arte, su cementerio: ahí quedan para siempre colocadas en orden y numeradas, fosilizadas para evitar que el tiempo las altere, catalogadas para siempre, ex-puestas...
[...]
Sueño con un museo-laberinto en el que algunas obras estén tiradas en el suelo, otras apelotonadas en una pared, otra pared vacía... Con galerías que no conducen a ningún sitio, con otras circulares, siempre sin ningún tipo de indicación de recorrido, con salas en las que se pueda hablar, sentarse, escribir o tomar un café, con obras expuestas en los retretes, con cuadros que se puedan tocar (con letreros, incluso, que pidan quela gente se acerque a las obras y las toque y las escupa si no les gustan), con vigilantes dormidos o malvestidos o que juegan al mus. Un laberinto que muestra la única condición posible de la propia historia del arte, en modo alguno lineal ni coherente, sino llena de escondrijos y recodos, de excepciones y transgresiones. Sería, quizá, el único museo sincero."
Fernando Rampérez, "Museo laberinto", revista Mu, nº69, junio 2008.